En unos meses cumpliré años, seré un año más vieja o un año más experimentada. Cuando me detengo a pensar en los años que cumplo, me estreso. Los 25 suenan a adulta, responsable y encaminada hacia el éxito. A mi edad mi mamá ya me cargaba en brazos, mi hermano mayor daba brincos en la casa mientras mi papá corría tras él. Mi mamá además, era ya una muy respetada profesional que enrumbaba a descarriados quinceañeros. Yo en cambio, ni estoy felizmente casada, ni soy una abnegada madre y para ser sincera no veo cercana esa posibilidad.
La regla dice que al llegar a los treinta ya debería tener el carro del año y dinero ahorrado o invertido en algún negocio que solucione mi futuro. Yo no tengo nada de lo anterior, es más, algunas veces parece que olvido mi edad e imagino lo que quiero tener cuando crezca, minutos después vuelvo a tierra y entiendo que estoy a punto de cumplir 30 años, casi cuarenta, la mitad de sesenta, a veinte añitos de los ochenta (edad en que murieron mis abuelos).
Me he preguntado muchas veces que quiero de mi vida, que espero de ella, que espero de mí. Hoy a punto de cumplir un año más tengo claras algunas cosas:
Quiero seguir disfrutando las navidades en casa con mi familia.
Quiero seguir jugando con mis hermanos como si tuviéramos cinco años.
Quiero seguir odiando las mañanas porque debo ir a trabajar y emocionándome después cuando tengo la posibilidad de inyectar esperanza en la gente.
Quiero seguir soñando que otro mundo es posible.
Quiero seguir creyendo que soy la misma y no me perdí en el camino
Quiero confiar en que nunca dejaré mis convicciones por la comodidad.
Quiero seguir creyendo que soy la misma y no me perdí en el camino
Quiero confiar en que nunca dejaré mis convicciones por la comodidad.
Quiero sin duda, nunca dejar de querer todo esto, porque cuando eso pase, cuando crezca por fin, desearé con locura tener la casa soñada y olvidaré mi hogar; veré ese carro con envidia y lo desearé tanto que empezaré a ahorrar (evitando cosas que me hacen feliz); amaré demasiado a un extraño que olvidaré las navidades en casa solo por el hecho de no salir de su mundo.
Mi madre dice que un día pasará: ¡madurarás es inevitable¡. En el fondo lo creo también, pero no quiero crecer a costa de mis sueños , mucho menos de mi vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario