jueves, 2 de junio de 2016

(Demasiado tiempo de abrazar a los que partieron, me ha cansado.
Demasiado tiempo de zarpazo mortal a los que amo, me ha cansado.
Demasiado tiempo, demasiado, me ha cansado.
Y desde mis ojos cansados, y desde mi pelo cansado, y desde mi llanto cansado,
Penetro en tus ojos, y tus ojos se agrandan y nuestra
mirada de ayer es presente y futuro y mi canto
vuelve a cantar en el tuyo.)
Sol y Lluvia

Esta mañana la vía expresa apareció adornada por carteles naranjas que pedían votar sin miedo, sin odios, con esperanza… esbocé una irónica sonrisa sin entender ¿cómo rayos podemos olvidar nuestro pasado y cometer los mismos errores?, ¿desde cuándo  ser asesino o ser víctima da lo mismo?.
Recordé entonces la alegoría de la caverna, aquella en la que un grupo de hombres encadenados y prisioneros desde su nacimiento solo pueden ver el fondo de la caverna, sin poder girar la cabeza hacia la salida, lo único que observan son las sombras provocadas por el paso de los hombres libres cerca de una hoguera. Estos prisioneros acostumbrados a lo que ven, asumen aquella oscuridad como cierta, incluso si alguno de ellos pudiera ser libre esta nueva realidad le resultaría extraña y la observaría con miedo.
Parece que no estamos tan lejos de ser como aquellos hombres; tanto tiempo en la obscuridad de gobiernos corruptos que terminamos aceptándola como nuestra única realidad y peor aún, resignándonos a ella. Debe ser esa irreal resignación la que explica que a pesar de todo el daño causado por el fujimorismo, hoy es la mayor representación política de nuestro país y se acerca peligrosamente al gobierno.
 Es el fujimorismo el cerebro de esta descabellada irrealidad, es ese fujimorismo conchudo que se niega a desaparecer y perder el poder, es ese fujimorismo sinvergüenza que se asocia con narcotraficantes y con la minería ilegal a cambio de votos, es el fujimorismo que se burla de nuestra gente y pretende comprar a los más pobres con un plato de comida, es el fujimorismo convenenciero que a cambio de unos cuantos votos se compromete apoyar las agendas que un inicio rechazó.
Estamos a un paso de agradecerle al fujimorismo por las matanzas en La Cantuta y Barrios Altos, por los cientos de desaparecidos y las esterilizaciones forzadas, por dejar un país en la ruina económica, con nuestras riquezas naturales entregadas cual mercancía, con la corrupción enquistada en sus instituciones públicas y con medios de comunicación chantajeados y comprados. Estamos a punto de agradecer el haber dejado un país incrédulo, desconfiado, temeroso y sobre todo conformista. Conformista cuando piensa que todo está perdido y que será igual elija a quien elija, un país que se conforma con la idea de ser gobernado por la hija de un dictador, aliviando un poco su temor con ideas como:
 “…ella no será igual a su padre”: ¡Claro que no lo será!, Keiko es solo un títere (daría lo mismo si fuera Kenji, Ramirez o la Chacón). El único interés fujimorista es retomar el poder y sacar al dictador “por la puerta grande”.
“…es mujer y nos representa”: Me niego a creer que Keiko Fujimori represente a las mujeres peruanas, ella no representa la lucha de la mujer indígena, no representa a las estudiantes universitarias, a las amas de casa o a las mujeres profesionales. ¿Cómo vernos reflejada en una mujer que vive su vida llena de lujos conseguidos a costa de la pobreza de un pueblo?, ¿cómo sentirme reflejada en una mujer que vive de la política como si se tratara de un patrimonio heredable?, ¿cómo identificarme con alguien que califica como “errores” los crímenes cometidos por el gobierno fujimorista?.
Darle el gobierno a un partido cuyos miembros están investigados por corrupción y lavado de activos no es una opción, menos entregar el gobierno en bandeja de oro a una candidata que no puede explicar su participación en un sinnúmero de delitos mientras fue primera dama.  Ya una vez el “chinito con cara de buena gente” nos estafó y negarle el voto a su heredera es el precio que el fujimorismo debe pagar por haber solapado al dictador. Nuestro país no se merece que juguemos al ensayo y error.
No se trata de odios desmedidos, ¡se trata de justicia!, se trata de recordar nuestro pasado para evitar cometer los mismos errores, se trata de no ser más ciudadanos manipulables y sin confianza en el futuro. Se trata de votar sin miedo, se trata sobre todo de asumir la responsabilidad que implica nuestra elección y aquella que viene después del 05 de junio.
Es posible que la opción que queda no sea la mejor, pero confío que en una sociedad democrática los ciudadanos podemos ejercer vigilancia sobre nuestras autoridades, sin represión, sin grupos Colina, sin Montesinos, sin toda esa lacra que el fujimorismo le dejó a nuestro país.








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